miércoles, 12 de enero de 2011

Romance



Con la gran polvareda
perdieron a don Beltrán
y nunca lo echaron menos
hasta los puertos pasar.
Siete veces echan suertes [5]
quién lo volverá a buscar,
todas siete le cupieron
al buen viejo de su padre;
las tres le caben por suerte
y las cuatro por maldad: [10]
-Que me toque o no me toque,
yo a mi hijo he de vengar.
Vuelve riendas al caballo
para haberlo de buscar.
Por la matanza va el viejo, [15]
por la matanza adelante,
los brazos lleva cansados
de los muertos rodear:
vido a todos los franceses
y no vio a don Beltrán. [20]
A la bajada de un prado,
asomando a un arenal,
vido estar, en esto, un moro
que velaba en un adarve;
hablole en algarabía [25]
como aquel que bien la sabe:
- ¿Caballero de armas blancas
si lo viste acá pasar?
Si lo tienes preso, moro,
a oro te lo pesarán; [30]
y si tú lo tienes muerto,
désmelo para enterrar,
porque el cuerpo sin el alma
muy poco dinero vale.
-Ese caballero, amigo, [35]
dime tú qué señas ha.
-Armas blancas son las suyas,
y el caballo es alazán,
y en su carrillo derecho
él tenía una señal [40]
que siendo niño pequeño
se la hizo un gavilán.
- Ese caballero, amigo,
muerto está en aquel pradal,
dentro del agua los pies [45]
y el cuerpo en el arenal;
siete lanzadas tenía
desde el hombro al carcañal,
y otras tantas su caballo
desde la cincha al pretal. [50]